dos destacados miembros de la literatura argentina amplian con sus versos las posibilidades del taller y del puchero
La señora de Pérez y sus hijas
comunican al público y al clero
que han abierto un taller de chupar pijas
en la calle de Santiago del Estero.
(Verano de 1952. Citado en Borges, de Adolfo Bioy Casares, Ed. Destino)
El boticario don Luis Molla
se lavaba la pija en una olla.
Más su esposa, ignorante por entero,
con el agua de la olla hizo el puchero.
(Verano de 1949. De Divertimento, de Julio Cortázar, Ed. Sudamericana)
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