17 de noviembre de 2010

periodismo Nelson





“Un legislador opositor que conoce la trama”… “’Me ofrecieron 50 mil pesos, dije que no’, reconoce otro legislador de la oposición”… “Empezaban por 50 mil, pero si uno pedía que le agregaran un cero, te lo daban”, amplía otro legislador que rechazó la propuesta indecente”… Este último “testimonio” da pie al título de la última nota de Nelson Castro en Perfil: “Hasta $ 500.000 por voto”.

¿Qué llevará a este hombre a firmar una nota como esta? ¿Guita, odio, ocupación de espacios, tarea encargada? En términos periodísticos es un bochorno: ¿cuántos gargantas profundas de pacotilla vas a citar, Nelson? Porque la cosa sigue y sigue a lo largo de las líneas: “un legislador oficialista”, “un vocero de un ministro que tiene despacho en Casa Rosada”, “un diputado que también pide anonimato”, y así varios más que evito, para no aburrir. Si lo de las diputadas Álvarez & Hotton, chirolitas de Bullrich & Carrió, ya suena a cualquier verdura, Nelson, imaginate tu nota.

Al pie del texto de Castro se adjunta una línea: la “producción periodística” es de Guido Baistrocchi, un pinche del autor. Un modo de descomprimir responsabilidades y, a la vez, de seguir figurando, poniendo la caripela. La figura de la protección de la fuente permite enmascararla y preservarla, pero también inventar: tras leer esta nota, puede pensarse que ni siquiera hace falta mucha imaginación. La torpe repetición del recurso habla además de un elemental sentido de lo estético. Ni hablar de la hipotética y de manual intencionalidad de las fuentes, de las dudas que necesariamente deben despertar este tipo de “testimonios”. ¡A mandar fruta, que con lo de las chicas diputadas, ponemos la verdulería!

Imagino otra razón para firmar esta nota: cebar a los perros rabiosos, rottweilers, chihuahuas, salchichas anque dogos argentinos. El can ladra y tira tarascón, pero no exige repregunta: no se cuestiona si es que el legislador que rechazó la propuesta indecente preguntó realmente lo del otro cero para llegar a las 500 lucas o si era hipotético, nomás. O si es que este muñeco misterioso pidió otro cero más para llegar a los cinco palitos y se quedó sin nada. Y el que rechazó las 50 lucas, ¿sabía que si pedía otro cero por ahí se las daban? La pregunta que más me intriga, sin embargo, y acá insisto, es por qué Castro, que un mínimo respeto por el oficio intuyo que tendrá, aunque sea allá en algún último rincón, firma una nota tan vergonzante como esta. Grandes enigmas del reino animal.