11 de julio de 2010

cuando juega Uruguay



--Había mucho convencimiento en los jugadores uruguayos, conciencia de virtudes, carencias y lineamientos del proyecto que encabezó Tabárez. Pasó igual con las campañas en este Mundial de Chile y Paraguay, con Bielsa y Martino en las respectivas direcciones técnicas: cayeron en distintas etapas ante equipos grandes, explotando al máximo sus posibilidades. Uruguay tuvo un plus: Forlán. Y esos dos pelados inagotables, recuperadores y criteriosos con la pelota: Pérez y Arévalo Ríos. Ambos decisivos en esos dos golazos a Alemania. No merecían perder: el tiro libre en el travesaño, al final, reafirma eso. Era para empate y luego más, adicional, que estaba lindo el partido.
--Hay una belleza en la noción de conjunto, de asociación, de sacrificio en pos del funcionamiento de un grupo, que es en un punto el equipo y por (fantasiosa) extensión épica la nación: veintitrés seleccionados que representan a un país, pongamos. No será casual la foto de todo el plantel en la previa al partido. Pasa, además, que me caen muy bien los uruguayos, por alérgicos al neón, al alardeo, a la demagogia. Consustanciarse como ellos lo hicieron con el juego es una hermosura: si desde acá, tras la pantalla, fue un placer verlos, habrá sido extraordinario, para ellos, la experiencia de vivirlo.
--Seguimos cantando con Jaime Roos, ahora que está por terminar el mundial, que vamo, vamo arriba la celeste.