27 de noviembre de 2008

Holver Martínez Borelli, últimos tres, por ahora



Todavía preguntamos


Estamos hechos de todas las miradas
de todos los gestos que nos dieron los otros
hasta de las palabras dichas desde afuera
no nos dejaron ser lo que quisimos
sino esta ausencia
este destierro que nos cubre.

Todavía preguntamos
si es el amor
si viene
si ha pasado.




El amor

Nadie como él
confunde los caminos
vicia la soledad
tuerce la letra
de los nombres que escribe.

Quién
como él
después de haber criado un buho
se vuelve noche.



A muchos les crecen alas

Cuando la miseria más grande es el amor
la gente huye de las casas
con la cabeza llena de pájaros.

Así
comienza simplemente a percibir
la existencia común del aire
la generalidad del sol
o de las calles
la particular hostilidad de esta tierra.

Sucede
que a muchos les crecen alas
y poco a poco comienzan a volar.
primero es un envión
después un salto torpe
contra la ley de gravedad
y luego el vuelo
como la mano suspendida del adiós
en su tarjeta azul.

Hoy
sin ir más lejos
han invadido el centro de la ciudad
y las palomas de la plaza
pueden suponer que el aire
exuda también sus propias manchas
de humedad.

Casi incorpóreos
casi la respiración de la luz
ellos de su flacura extraen la locura
de volar
y planear sobre todo
incluso en nuestras vidas
mientras nosotros
groseramente
nos hemos puesto de cabeza
a tomarle el peso a nuestras cosas.


“La madrugada del 24 de marzo de 1976 envió una vez más a miles de argentinos al exilio (o a la cárcel, la tortura y la muerte a los menos afortunados). Un día antes yo había viajado con Holver Martínez Borelli a Buenos Aires, y este viaje ocasional fue para él, dicho de un modo general pero muy aproximado, la última gauchada que le hizo el destino, o al menos la más evidente, porque aquella madrugada un pelotón militar lo fue a buscar a su casa, en Salta. Dos años después murió en Bruselas sin haber vuelto nunca”.



Santiago Sylvester, poeta y amigo de HMB, en el prólogo del Los lugares comunes. Sylvester me dio su libro, recuerdo, recuerdo.

16 de noviembre de 2008

las cosas

Hemos tomado un asiento de primera fila
para verlas
mientras la música sube
y todavía silbamos a la escena
porque usurparon nuestra imagen
ellas
que son la pasión de nuestras manos
los exvotos del alma.

Y simplemente
son cosas puestas alrededor
las cosas que ocupan un lugar en el espacio
simulando máscaras
antifaces
cantidades mezcladas con nuestra sombra
con la oscuridad que nos oculta
de la mirada de unos
sobre otros.

Y en el lenguaje de las significaciones
todas son iguales
lo mismo mercadería que flores
consignadas en una carta de porte.

Y en esto
se reconocerá que fuimos hombres
en que vinimos a servirlas.


(HMB, de Los lugares comunes)

11 de noviembre de 2008

el impotente

No ha tomado la luz
no ha comido el amor
no ha soñado
ni retorna de sí.

Tumbado sobre el aire
mira pasar los grandes pájaros
que le enloquecen la memoria.




(HMB, de Los lugares comunes)

4 de noviembre de 2008

el solo

En tus radiografías
escondes el gran secreto de la vida.
En los textos cifrados de tus análisis
el árbol del bien y del mal.
En la foto de tu cara
la individualidad orgullosa
de no ser los demás.
En la palidez debajo de las uñas
el incontenible deseo
de no tocar la tierra.

Ser
y permanecer
en tu propio círculo
moviéndote en la misma ola
puesto en tu álbum
solo.


(HMB, De Los lugares comunes)

3 de noviembre de 2008

Instrucciones a bordo para un poeta



Hay un chaleco salvavidas

debajo de su asiento

y más allá

sobre el costado izquierdo

la puerta de emergencia.


Cuando por ella escape el corazón

salga la muerte

toda la metafísica

quemaremos la nave.


Que nadie intente abandonar la tierra.



(Holver Martínez Borelli, poeta salteño, 1930-exilio-1978. De Los lugares comunes, ediciones Cayco, Venezuela, 1984)