24 de julio de 2009

¿cómo?




Foto publicada en el blog "Frente Nacional contra el Golpe de Estado"
(contraelgolpedeestadohn.blogspot.com)





--Titula CNN: “Estados Unidos pide a Zelaya que no entre a Honduras para evitar violencia”. ¿Violencia de quién? ¿Y qué tal si se lo piden, mejor, a la policía y al ejército, a los servicios y al gobierno de facto, que impone toques de queda sorpresivos y reprime huelgas, que persigue militantes y censura, que ampara a los antiguos agentes del escuadrón de la muerte B 3-16, hoy de nuevo a disposición del poder? Porque la impresión es que quienes tienen los uniformes y las ametralladoras no son los de Zelaya, son los otros.

--Dice Juan Micelli, en Canal 13 de Buenos Aires: “Zelaya estuvo imprudente, su acercamiento hasta la frontera con Honduras no tuvo mucho sentido y provocó incidentes”. ¿No se nota que en Tegucigalpa y en Las Manos, en San Pedro Sula y en El Paraíso, unos marchan con carteles prolijitos, anteojos de sol y hasta auspicios publicitarios, y otros son corridos a palos, detenidos y gaseados por los milicos, perseguidos más allá del toque de queda, amenazados por todas las vías?

--En el vomitivo diario El heraldo, de Tegucigalpa, el lunes apareció esta “noticia”: “Vándalos serán castigados por daños”. Empezaba así: “Los manifestantes que se han dado a la tarea de tapizar de mensajes los edificios históricos de la capital, ahora lo pensarán dos veces. Severas sanciones y multas de entre 1 y 2 millones de lempiras (…) para quienes cometan estos actos vandálicos”. Una foto mostraba un grafitti: “Insurrección – Feministas contra el golpe”. Los muchachos de El heraldo andan muy preocupados por lo que llaman “la suciedad” y por la “transparencia de la democracia”, pero no informaron, por ejemplo, de la censura a la periodista Daysi Flores, del Centro de Derechos de Mujeres, sacada del aire cuando estaba por iniciar un programa sobre el golpe. Su caso es uno entre decenas.

--La secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton condenó lo hecho por Zelaya por “temerario” y “provocativo”; el secretario de la OEA, José Miguel Insulza dijo que la movida del presidente hondureño “no era conveniente”. A casi un mes del golpe de estado, se ve, los medios del poder machacan ya mucho más sobre el golpeado que sobre el golpista, y se explica, porque el corazoncito les late más cálido en cercanía de quien puede ofrecer mejores negocios. En Estados Unidos y en Colombia ya fueron recibidas delegaciones del gobierno de facto: oxígeno. El paso del tiempo es central en esta encrucijada: los usurpadores quieren que la cosa se calme, se discuta, se dilate, se negocie, que los días se escurran hacia las elecciones; Zelaya, en cambio, necesita que lo ocurrido siga en tensión con renovadas acciones y gestos, porque de lo contrario el cercenamiento de su mandato democrático será definitivo.

--Los grandes medios son desde hace rato parte central de la maquinaria del poder: la perspectiva permite ver sus roles en la temporada de golpes en Latinoamérica de los ’60 y ’70, por poner un ejemplo no muy lejano. Hoy eso sigue vigente. Pero, a la vez, proliferan y muerden y pinchan y avisan y muestran otra cara de las cosas los medios alternativos. A través de los blogs, de Youtube y de miles de páginas personales o de organizaciones pudo irse sabiendo lo que viene pasando durante este mes en Honduras. Las voces, las cámaras, los textos, ahora son mucho más. Por eso se puede ver a Micelli y a los muñequitos de la CNN, leer El heraldo y La Nación, y preguntar:

--¿cómo?


8 de julio de 2009

Mirtha, Honduras, lo de siempre

--“No me interesa para nada lo que pasa en Honduras”, largó Mirtha Legrand, y los invitados festejaron la sinceridad. Fueron muchos los días de campaña pinzados por la corrección estratégica, así que Macri, De Narváez, Solá y Michetti, capitostes políticos de la derecha empresarial electa, agradecieron la descompresión de la anfitriona almorzadora que los agasajó en su programa para celebrar el triunfo del domingo 28, día en que el presidente hondureño Manuel Zelaya era secuestrado de su casa por militares, deportado en pijama a Costa Rica y reemplazado por su ex compañero-empresario-congresista Roberto Micheletti, viejo dirigente del Partido Liberal, protagonista de un montaje que incluyó la lectura de una carta de renuncia trucha y las consabidas invocaciones a dios, la patria, lo de siempre. Esto fue hace una semana, pero la coincidencia entre un par de titulares en un par de periódicos me conectó con ese almuerzo.
--“Clima político aleja la inversión extranjera”, titulaba el 17 de junio El Heraldo, diario hondureño con sede en Tegucigalpa que se autopromociona “independiente”, “veraz”, “que busca satisfacer las necesidades informativas en un mundo con cambios constantes”: es un órgano del establishment que funciona en pro de unos golpistas tan burdos que ni la CNN puede disfrazar. Asómese y vea (www.heraldohn.com): hablan de “diálogo de buena fe”, de “incomprensión” y de los hondureños radicados en Miami que piden “paz, libertad y democracia” y “no cesan de manifestar su apoyo a la determinación judicial de suceder en el cargo a Zelaya”.
--El título de El Heraldo apareció en un informe televisivo sobre Honduras y remitió de inmediato al que usó Jorge Castro en su columna dominical de Clarín: “La crisis política aísla al país y frena el crecimiento”. El sentido de ambos títulos es un machaque constante de direccionamiento en los dos últimos años en los dos diarios. Tienen en común, además, la satanización de Hugo Chávez y la coincidencia discursiva con el empresariado neoliberal proveedor de fondos y negocios. Jorge Castro fue secretario de Planeamiento una década atrás, durante el gobierno de Carlos Menem. El 2 de mayo de 2003, camino al ballotage que nunca se produjo por el abandono del prócer al que Eduardo Aliverti llama la rata, el diario La nación daba cuenta de una reunión realizada en Las cañitas, más precisamente en las oficinas de Francisco de Narváez. El publicista Ramiro Agulla –a cargo de la reciente campaña electoral del diputado y empresario pro derecha- iba a filmar allí unos spots con el ex presidente y todavía aspirante. Menem aprovechó para anunciar ahí mismo su “futuro gabinete”: Castro sería canciller y De Narváez se haría cargo de la cartera de Acción Social.
--La interrelación entre los golpes de Estado en Latinoamérica durante los ’60 y los ’70 es tan conocida como sus consecuencias: masacres, saqueo, pobreza. Mirtha Legrand empezó con sus almuerzos durante la dictadura de Onganía y no perdió el apetito ni la sonrisa durante el Proceso, al que le festejó varias hazañas. Quizá por eso no tuvo aire en televisión abierta durante el alfonsinismo. Fue recién durante el gobierno de Menem, en 1990, que resucitó: capaz que en agradecimiento, ella le hacía unas entrevistas que a algunos periodistas agudos les parecían “muy cuestionadoras”. Desde hace unos años Legrand trabaja en el canal América, que como es sabido pertenece a De Narváez, que como es sabido es socio de José Luis Manzano, que como es sabido fue ministro del Interior de Menem y autor de otra frase también sincera, la del robo para la corona.
--A Legrand lo de Honduras no le interesa nada, pero la represión del gobierno de facto ya se cobró las vidas de dos manifestantes a favor de la restitución del presidente Zelaya y no se vislumbra en el horizonte cercano una solución pacífica. “No está tan clara la cosa allá”, dijo ella en otro programa, y puso en duda la ilegitimidad del golpe. Tampoco es que uno espere algo muy lúcido, o nuevo, de Legrand. Pero vale la pena tomar nota de festejos, indiferencias, complicidades y direcciones a partir de unos personajes, unos puntos que reunidos en el tiempo y el espacio esbozan la desgracia sonriente de ayer, de hoy, de lo que quieren que sea siempre.

3 de julio de 2009

conducta ley





--Por buenas que sean, las leyes son invariablemente torpes. Por eso se deben poner en tela de juicio o impugnar su aplicación. Y hacerlo, la práctica constante de hacerlo, corrige su torpeza y contribuye a la justicia.
--Hay leyes malas que legalizan la injusticia. Esas leyes no son torpes, pues cuando se aplican imponen exactamente aquello que se pretendía hacer respetar al establecerlas. Y éstas hay que ignorarlas o desacatarlas; hay que oponerles resistencia. Pero, claro está, compañeros, nuestra resistencia es torpe.


John Berger
De A para X
Alfaguara, 2009